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El reciclaje de la fracción orgánica urbana: un reto complejo, pero ineludible


Según un informe publicado por la Oficina Estadística de Eurostat en marzo de 2015 con datos de 2013, el volumen de residuos generado por habitante y año en España sigue en retroceso desde 2003, cuando nuestro país estaba en el grupo de cabeza de Europa con un volumen anual de 646 kilos de basura por habitante. De hecho, cada español generó 449 kg de basura en 2013, cifra que se sitúa ligeramente por debajo de la media comunitaria (481 kg).

A pesar de esta sustancial mejora, el 60% de la basura municipal que produce nuestro país acaba en vertederos sin tratamiento, un porcentaje que prácticamente duplica la media de la UE.

Del 40% restante, según este informe, el 20% se recicló, mientras que el 10% se convirtió en compost y el 10% se incineró. Es decir,  sólo el 30% de los residuos se reciclan o se compostan en España, frente al 43% de media en la UE.

Por otro lado, la Ley 22/2011, de 28 de julio, de residuos y suelos contaminadosestablece que antes de 2020, la cantidad de residuos domésticos y comerciales destinados a la preparación para la reutilización y el reciclado para las fracciones de papel, metales, vidrio, plástico, biorresiduos u otras fracciones reciclables deberá alcanzar, en conjunto, como mínimo el 50% en peso.

Este objetivo de carácter obligatorio, que deriva de la Directiva 2008/98/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 19 de noviembre de 2008, sobre los residuos, exige de manera imperiosa abordar dos cuestiones clave:

  • por un lado, la reactivación del reciclaje de las fracciones que ya son objeto de recogida selectiva, fundamentalmente papel/cartón, plásticos y vidrio, que ha sufrido un notable estancamiento en los últimos años (recordar que el reciclaje de residuos urbanos en España supuso 4,175 millones de toneladas en 2010, mientras que en 2013 descendió a 4,123).
  • y por otro, la incorporación con decisión de nuevas fracciones de residuos a las líneas de reciclaje. En este sentido, por su mayoritaria representación, la materia orgánica es sin duda la fracción clave. No olvidemos que en torno al 40% en peso de la bolsa de basura bruta se compone de biorresiduos, de ahí la importancia de focalizar los esfuerzos de reciclaje en esta fracción (sin olvidar, por supuesto los objetivos de prevención).

En lo que se refiere a esta segunda cuestión, conviene resaltar la importancia que tiene la correcta separación de los biorresiduos en origen, como primer paso para una óptima gestiónde la  fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos (FORSU).

Para ello se ha de diseñar un buen procedimiento de recogida, y su puesta en marcha ha de estar precedida de una intensa campaña de comunicación y participación ciudadana, continuada en el tiempo, hasta la consolidación del sistema.

De igual manera, la Administración ha de acompañar todo este proceso con los medios técnicos y humanos más adecuados, e incorporar instrumentos normativos y fiscales que impulsen el reciclaje de la FORSU de manera decidida.

En definitiva, el éxito o fracaso de una buena gestión de los biorresiduos urbanos va a depender ineludiblemente del grado de compromiso y colaboración que, a este respecto, adquieran tanto los dirigentes políticos como la ciudadanía.